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Seis de cada diez contratos siguen siendo temporales y su volatilidad ha empeorado.
Díaz hizo una excepción a su propia norma para ganarse el favor de la industria del espectáculo.

El debate sobre el impacto de la reforma laboral se ha centrado más en la calidad del nuevo empleo indefinido creado que en la de los puestos eventuales que se siguen creando. Ello a pesar de que el 57,7% de los contratos firmados en junio son temporales. Un 35,7% de ellos duraron menos de siete días, casi cinco puntos más que en 2019, a pesar de que la norma incluyó medidas específicamente dirigidas a penalizar estas contrataciones de muy corta duración.

Los datos correspondientes a junio publicados por el SEPE arrojan un balance que bien podría resumirse en una frase: «menos contratos temporales que nunca, pero más precarios». Y, de hecho, la reducción del número de contratos es espectacular. En el pasado mes se firmaron un 12% menos que en el mismo mes de 2022 pero un 53% respecto a junio de 2019. Por su parte, la contratación indefinida retrocedió respecto a hace un año, con un 19% menos, pero aún sigue superando en un 232% los niveles de antes de la pandemia. Con ello, el total de contratos cae un 15% respecto a 2022 y un 25% desde los niveles de 2019.

Este descenso no es necesariamente una mala noticia si lo interpretamos como que las empresas se han adaptado a la norma y hacen menos contratos, pero más estables. Algo que es fácil de comprobar si vemos que la afiliación sigue creciendo, aunque en junio lo hizo con menos intensidad que en ejercicios con mayor creación de empleo temporal.

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Fuente: El Economista

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